No sabía qué esperar, quizá me auto engañaba, intentando creer que no te irías, que me detendrías, que sabrías cuidar nuestros días y eso que tuvimos, perduraría.
¿A quién quiero mentirle?...Lo de nosotros era fugaz, demasiado bueno para ser verdad; estaba en el tarot, en mi presentimiento, solo llegaste para enseñarme, que debo aprender a hacerle caso a mi intuición.
Ya no dueles como antes, a veces te recuerdo y por fin empieza a dispersarse tu imagen, puedo escribirte sin llorar, puedo sonreír al ver la hora en que te esperaba llegar, y ni de broma hace unos meses, podía ver el reloj, creo que ya es ganancia.
Ahora me cuelgo de las manecillas, me balanceo de ellas, ya no te espero, ya poco a poco recobro el sueño y dejo esperando a mi amigo el insomnio.
Esa banca donde solíamos charlar, la he abandonado, no sé en qué momento dejé de ir a visitarla, ni cuándo podaron el árbol que le daba sombra, solía recostarme en ella, observando con los ojos llenos de cristal, las estrellas que se asomaban de sus ramas entretejidas, y ese aroma...era la tierra mojada por las lágrimas del cielo, que me veían empapada, casi petrificada, cuando aún tenía una pizca de esperanza.
Hoy puedo reír, verla, recordarte, sin sentir la pena, ni la nostalgia, ni la necesidad de imaginar que alguien podría tener una máquina del tiempo y retornarme a unos años atrás, repetir lo que vivimos una y otra vez...me da tanto gusto sentir que ya no, ya no te veré por la distancia que nos separa, que no te veré ni por equivocación, que te fuiste a tiempo, que si esto se volvió huracán, no pasó a ser un tsunami, no arrasaste con todo, te llevaste lo mejor de mí, mi mejor versión te acompañará eternamente y podrás decir sin lugar a dudas, que alguien te amó, tanto como lo hice yo.
Tocando el alma
¿A quién quiero mentirle?...Lo de nosotros era fugaz, demasiado bueno para ser verdad; estaba en el tarot, en mi presentimiento, solo llegaste para enseñarme, que debo aprender a hacerle caso a mi intuición.
Ya no dueles como antes, a veces te recuerdo y por fin empieza a dispersarse tu imagen, puedo escribirte sin llorar, puedo sonreír al ver la hora en que te esperaba llegar, y ni de broma hace unos meses, podía ver el reloj, creo que ya es ganancia.
Ahora me cuelgo de las manecillas, me balanceo de ellas, ya no te espero, ya poco a poco recobro el sueño y dejo esperando a mi amigo el insomnio.
Esa banca donde solíamos charlar, la he abandonado, no sé en qué momento dejé de ir a visitarla, ni cuándo podaron el árbol que le daba sombra, solía recostarme en ella, observando con los ojos llenos de cristal, las estrellas que se asomaban de sus ramas entretejidas, y ese aroma...era la tierra mojada por las lágrimas del cielo, que me veían empapada, casi petrificada, cuando aún tenía una pizca de esperanza.
Hoy puedo reír, verla, recordarte, sin sentir la pena, ni la nostalgia, ni la necesidad de imaginar que alguien podría tener una máquina del tiempo y retornarme a unos años atrás, repetir lo que vivimos una y otra vez...me da tanto gusto sentir que ya no, ya no te veré por la distancia que nos separa, que no te veré ni por equivocación, que te fuiste a tiempo, que si esto se volvió huracán, no pasó a ser un tsunami, no arrasaste con todo, te llevaste lo mejor de mí, mi mejor versión te acompañará eternamente y podrás decir sin lugar a dudas, que alguien te amó, tanto como lo hice yo.
Tocando el alma
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Gracias por tu participación