lunes, 3 de agosto de 2020

MUCHAS VECES LE PREGUNTÉ A LA VIDA...

Muchas veces le pregunté a la vida...
Pero ella callaba, como queriéndome sorprender y un día de esos sin esperar nada de ella, se dejó venir con detalles que nunca imaginé. Le sonreí, porque para llorar soy malísima, creo que en mi niñez descargué tanta lágrima de verdadero dolor, que ahora hacerlo, es una pérdida de tiempo y además me sale malísimo. Entonces disfruto como sin merecerlo, pero a la vez pensando que si, y es que algunas mujeres como yo...
Nos proclamamos un tanto bipolares en el buen sentido de la palabra, más que nada volubles, uno tiene que darle el honor a la mujer, dándole tanto sentido y el sabor que le ponemos a la vida es bárbaro. Hoy sigo pensándole y sonrío como una loca que se disfruta lentamente la vida. Y es que soy fanática de las almas que confían aunque vean el huracán venirse con furia y fuerza. De aquellas que hacen temblar el miedo y no al revés, admiro tanto a la mujer que saca sus agallas y enfrenta cualquier situación por más dolorosa que sea. Y en primera fila está aquella mujer que me arrulló en sus brazos y que me dió la vida. Cuánto la amo y la bendigo, como no admirarla si lo ha dado todo por mí.
Por ello, ya no hago preguntas y espero ser sorprendida por la vida, nunca se equivoca y siempre llega a su tiempo. Y es que yo me la vivo enamorada de ella. Me ha dado tanto que quejarme de ella, suena aburrido, patético, no va conmigo. Así que le doy la bienvenida cada mañana al abrir las ventanas y sentir sus abrazos de mil formas.

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